Esos 3 segundos son lo que tardo en entrar por casa y abrir la puerta de mi habitación.
3 segundos en los que me imagino que todo esto no es más que una sorpresa que se ha ido de las manos, en la cual entro y estás en mi cama bajo la manta.
Otra sorpresa en la cual me alegras el día al tenerte cuando menos te espero.
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